viernes, 9 de octubre de 2020

EL SER HUMANO Y LA EXPLORACIÓN DEL ESPACIO PROFUNDO, UNA VISIÓN PESIMISTA

 

"Si alguien no está de acuerdo contigo déjalo vivir. No encontrarás a nadie parecido en cien mil millones de galaxias".

Carl Sagan.

"Hemos hecho un trabajo tan pésimo en lo que respecta a administrar nuestro planeta que deberíamos tener mucho cuidado antes de intentar administrar otros".

Carl Sagan.

Carl Sagan


Crecí viendo la serie "Cosmos" de Carl Sagan y eso llenó mi imaginación de planetas distantes con posible vida alienígena esperando a ser descubiertos por el ser humano. Carl Sagan estaba convencido de que, como especie inteligente y exploradora que somos, algún día descubriríamos la manera de superar las barreras que nos impiden el viaje espacial y viajaríamos y descubriríamos alguno de esos muchos planetas que, según su pensamiento, están ahí, esperándonos para poder descubrirlos... Cuando uno es un niño y le cuentan una historia que parece tener visos de verosimilitud es fácil creerse cualquier cosa, pero cuando uno madura y observa y aprende, consigue discernir la realidad de la ficción.

Con estas palabras no estoy negando la posibilidad de que existan esos planetas que Carl Sagan solo podía imaginar, no, a lo que me refiero es que, el ser humano no está biológicamente preparado para el viaje al espacio profundo, en absoluto. Y con estas palabras no estoy negando que en un futuro más o menos próximo seres humanos consigan pisar planetas de nuestro propio sistema solar, como puede ser el caso de Marte, no, lo que estoy diciendo es que el ser humano, como tal, no podrá ir mucho más lejos sin, al menos, dejar de ser humano y convertirse en otra "cosa", una forma de vida inteligente que SI esté preparada para realizar el viaje espacial, pero que ya no podrá llamarse "humano", al menos como entendemos hoy en día ésta palabra que usamos para identificar a nuestra especie biológica y diferenciarla de los demás seres vivos del planeta que hemos llamado Tierra, nuestro hogar, el lugar del cosmos del que provenimos y el único que realmente podemos habitar.

Hay científicos que especulan con que la vida, algo que hace no mucho tiempo estimábamos como una rareza y una excepción del universo, no es tan rara ni tan excepcional como la creíamos. Punto número uno, eso es absolutamente irrelevante cuando carecemos de la forma de viajar a la velocidad de la luz (como mínimo) y cuando el ser humano no vive más allá de unos 100 años de nuestra querida (aunque no lo parezca) Tierra. Punto número dos, creo que esos científicos se olvidan de la rocambolesca carambola que tuvo que suceder en la Tierra para que ésta tuviera vida, algo que humildemente estimo como una excepción de lo más excepcional en el universo.


Planeta "ricitos de oro"


Para empezar, nuestro planeta es lo que los científicos han denominado un "ricitos de oro", es decir, un planeta sólido que se encuentra en relación a su (o sus) estrella (s) en el punto exacto para ser habitable y propicio a la vida. Es decir: si la Tierra estuviera demasiado cerca del Sol (nuestra estrella) el agua de su superficie se hubiera evaporado debido al calor y jamás hubiera habido vida en nuestro planeta. Por el contrario, si la Tierra estuviera demasiado lejos del Sol el agua de nuestros océanos se hubiera congelado, debido al frío, y tendríamos la misma conclusión, jamás hubiera habido vida en nuestro planeta. Las probabilidades de que existan planetas "ricitos de oro" fuera de nuestro sistema solar son abundantes, pero si unimos las escasas probabilidades de ser un "ricitos de oro" con tener en su superficie una masa de agua no congelada (y obviamente tampoco evaporada) lo suficientemente gigante como para generar una vida pluricelular como la nuestra, las probabilidades no son muchas.

Hace unos tres mil millones de años (en el Proterozoico), cuando la vida comenzaba a surgir en nuestros prehistóricos océanos (siendo ésta aún microscópica), y la Tierra aún carecía de la atmósfera que hoy en día tiene, unas bacterias llamadas cianobacterias comenzaron a usar la fotosíntesis como forma de alimentación, esto es: las bacterias se alimentaban de la luz del sol y expulsaban como excremento oxígeno. Si, estáis leyendo bien, el oxígeno, que es uno de los elementos esenciales para que nuestro planeta tenga una atmósfera estable y no acumule la nociva y perjudicial radiación espacial, es un excremento liberado durante millones de años (dos millones de años para ser exactos, y solo en éste periodo) por unas bacterias que, al carecer de depredadores masificaron los primitivos océanos y dejaron un aire en la superficie del planeta bien cargado de oxígeno.

La saturación de la vida microscópica de los océanos durante dos eones temporales (dos mil millones de años), unido a la barrera que ahora existía para detener la nociva radiación espacial (la atmósfera rica en oxígeno), generó que muchas de éstas células, que antes vivían de forma independiente, usaran el colágeno celular para unirse y obtener los beneficios de ser más grandes y vivir de forma simbiótica. De ésta manera comenzaron a surgir los seres pluricelulares dando como resultado la explosión de vida Cámbrica, seres pluricelulares de los que nosotros somos los últimos descendientes.

Supongamos ahora que llegamos a Marte (por cierto, un planeta más pequeño que el nuestro y, por lo tanto, con algo menos de gravedad) y tratamos de terraformar el planeta rojo para hacerlo habitable, no solo para los humanos, si no también para toda la vida, tal y como la conocemos. Habrá que tener en cuenta que podemos tardar unos mil millones de años (por ser optimista y dejarlo solo en la mitad del tiempo que tardó nuestra atmósfera en formarse), tenemos tiempo antes de convertir la Tierra en un planeta inhabitable, puesto que al Sol le quedan entre cinco mil y siete mil millones de años, pero para ser sincero (y pesimista), durante un millón de años la especie humana tiene muchas, muchísimas probabilidades de extinguirse, ya sea por enfermedades pandémicas, guerras o sobre-explotación y/o depredación de nuestro entorno.


Cámbrico

Cámbrico


Tratemos ahora de pensar en viajar al planeta más cercano fuera del Sistema Solar con probabilidades de ser un nuevo planeta Tierra, se trata de Teegarden b, está solo a doce años luz de nosotros. Esto quiere decir que si lográsemos alcanzar la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo) tardaríamos en llegar nada más y nada menos que 12 de nuestros años terráqueos. Teniendo en cuenta que las únicas moléculas capaces de moverse a esa velocidad lo consiguen porque carecen de masa (los fotones, que forman la luz), deberíamos conseguir fabricar un vehículo sin masa (y por lo tanto también sin peso) primero, lo cual no es posible, ni en éste planeta ni en ningún otro.

Y éste es un punto en el que me gustaría pararme y reflexionar acerca de otros posibles planetas fuera y muy lejanos al Sistema Solar, que hayan desarrollado una vida inteligente más o menos similar a la nuestra. Nuestra cultura y nuestra "mitología moderna" está plagada de especulaciones sobre "visitantes de otros planetas", alienígenas y los vehículos que usan para llegar desde sus remotos planetas a éste, nuestro planeta Tierra, con los más variopintos, peregrinos y peculiares motivos. 

Aunque no niego que puedan existir seres inteligentes y ajenos al planeta Tierra, fuera del Sistema Solar, incluso con civilizaciones y culturas completamente extrañas para nosotros, afirmo que, de existir, tendrán el mismo problema para conquistar el espacio que nosotros. Es decir, esos seres alienígenas inteligentes necesitarán un ambiente idéntico al de su planeta para sobrevivir, plagado del gas o el líquido que sea para poder respirar, gas o líquido que formarán parte de la atmósfera que ha de proteger su planeta de la radiación espacial. Esto, sumado a que tampoco serán capaces de crear un vehículo sin masa ni peso, pues que nosotros no hayamos logrado hacerlo (ni lograremos tal proeza nunca) no significa que seamos imbéciles, ni idiotas, ni que estemos "atrasados" tecnológicamente, significa que hay cosas (muchísimas) que están por encima de la capacidad del ser humano para transformar la Naturaleza. No somos dioses, y aunque podemos jugar a serlo en muchos aspectos, jugar a serlo no significa "ser" realmente un Dios. Es como si pretendiéramos transformar el plomo en oro, como los antiguos alquimistas, es un imposible, una quimera que solo se encuentra en nuestra imaginación, y puede que también en la de unas criaturas ajenas a la Humanidad en la otra punta del Universo, pero eso no significa que pueda hacerse realidad.


Marine espacial

Marine espacial


Dicho esto, me gustaría ahora pensar en las opciones que tenemos para conquistar el espacio. Creo que he dejado bastante claro que, en mi opinión, la Humanidad no es, ni será capaz jamás, de conquistar un entorno que no es en absoluto habitable para nuestra especie como el espacio exterior. Ahora bien, si no podemos cambiar el exterior para hacerlo habitable ¿podemos cambiar nuestro interior para eliminar la última de todas las fronteras? ¿podemos modificar nuestra especie artificialmente para conquistar el espacio, ya sea con bioingeniería o con cibertecnología? El ser humano no está preparado biológicamente para sobrevivir "ahí fuera", pero ¿una evolución "mejorada" artificialmente de la Humanidad podría hacerlo? ¿Sería ético? ¿Dónde están los límites en la guerra de la supervivencia? ¿Y si llegamos a convertir a la Tierra en un planeta inhabitable, algo que vamos camino de conseguir? ¿Sería ése el punto de inflexión y el "final" de la Humanidad para transformarnos en otra "cosa"?

En el juego de wargame "Warhammer 40.000", ambientado en un oscuro futuro distópico, la Humanidad ha conseguido expandirse por gran parte del Universo recurriendo a modificar, tanto genética como biológica y cibernéticamente, a los soldados que son la punta de lanza de los mundos que conquistan por el espacio y que reciben el nombre de "marines espaciales". Estos "marines espaciales" son unos "humanos", si es que aún podemos considerarlos así, que han sido diseñados biológica y genéticamente para tener más de un solo corazón, mayor capacidad pulmonar y un esqueleto casi irrompible. Una vez que "maduran" a estas criaturas de diseño se les vuelve a "mejorar" sustituyendo ciertas partes de su cuerpo por una futurista armadura tecnológica (creo que en la narrativa del juego lo llaman "servoarmadura") resistente no solo a impactos de combate, si no también al vacío del espacio sideral y a sus radiaciones nocivas para un cuerpo orgánico, tal y como lo conocemos.

Es un ejemplo de lo que estaba diciendo. La única pega está en considerar narrativamente a estas criaturas como humanos. Bueno, es cierto que son la "evolución" lógica de los humanos, pero a diferencia de estos, estas criaturas están adaptadas a (y para) la conquista de un medio totalmente agresivo para nuestras vidas, como lo es el espacio exterior. Habrá que tener en cuenta, no obstante, que según estas premisas: 1) los "humanos" ya no nacen, si no que los "fabrican"; 2) estos "neohumanos" han cambiado biológicamente de forma radical y presentan serias diferencias orgánicas con respecto a los humanos que conocemos hoy en día; 3) para poder expandirse por el universo, estas criaturas evolucionadas de la Humanidad, han prescindido de buena parte de sus cuerpos orgánicos para transformarse en cíborgs, criaturas no totalmente orgánicas ni totalmente cibernéticas.


Marine espacial

Metal, carne y hueso para formar un nuevo ser inteligente capaz de conquistar nuestra última frontera. Es la única solución lógica que entiendo para sobrevivir más allá de nuestro planeta. Aunque vuelvo a hacer la pregunta ¿sería ético crear semejantes seres? Creo que la respuesta a ésta pregunta es obvia: NO. Pero... ¿qué circunstancias de desesperación podrían llevarnos a tratar de buscar un nuevo "hogar" fuera del único planeta que podemos habitar y que, repito, no podemos "replicar" en otro? Cada día estamos más cerca de averiguarlo ya que estamos rápidamente "desterraformando" el único planeta que conocemos (y al que podemos viajar) en el que podemos vivir en todo el universo.