viernes, 5 de mayo de 2017

DRAUGOR, SEÑOR DE LOS HUARGOS



El escudo del Lobo Huargo, el escudo de Draugor



Notas previas:

Ésta es la continuación de la historia de un personaje que hice para una campaña del juego de rol "El Señor de los Anillos", que mi hermano hace años iba a ambientar en la Primera Edad de la Tierra Media que J. R. R. Tolkien narró en su libro "El Silmarillion" (en base a textos recopilados por su hijo, quien fue también responsable de su edición).

Tras un desengaño amoroso borré la historia del personaje que narraba los primeros siglos de vida de un Elfo Noldo que había nacido en Valinor con el nombre de Taralmië, que siguió a Fëanor a la Tierra Media y que fue prisionero de los siervos de Morgoth en su fortaleza de Angband

Estoy intentando reescribir la historia original pero me está costando más de lo que había creído. Tras ver impresionantes vídeos de la segunda parte del videojuego "Shadow of Mordor", llamada "Shadow of War", se me ha ocurrido ésta continuación de aquella historia y de su protagonista, el Elfo Noldo que, tras escapar de su cautiverio en Angband gracias al poder de un anillo mágico, abandona su antiguo nombre y adopta el de Draugor (en sindarin significa "temor de lobo").



Portada de "El Silmarillion"


Mapa de la Tierra Media en la Primera Edad


Mapa de las Ered Wethrin y sus alrededores



III


Los Orcos de la Mano Ensangrentada estaban muriendo por docenas en aquellas cavernas de las Montañas de la Sombra, las Ered Wethrin. Habían tardado más de tres años en llegar allí, atravesando bosques y montañas a lo largo de toda la Tierra Media. Habían conseguido burlar las patrullas de Eithel Sirion hasta cierto punto, Draugor pensó incluso que habían tenido muchísima más suerte que con las arañas de Dorthonion, que habían diezmado a sus tropas dos años atrás, pero en aquellas cavernas del lejano Norte los Orcos morían más rápido que nunca y en gran número.

El Elfo albino sabía, no obstante, que sin el dominio de aquella progenie de dragones no conseguiría expulsar a Sauron de Tol Sirion, ya que él poseía vampiros gigantescos de alas correosas que le habían permitido tomar la torre de Minas Tirith, la principal defensa de la isla.

A Draugor aún le quedaba un consuelo, sus Orcos no habían muerto del todo en vano ya que en su estrepitosa entrada, y todo el jaleo posterior, habían logrado arrinconar al dragón más grande de todos, aquel que debía ser su padre o su madre y quien se había adelantado para carbonizar con su aliento ígneo a todos los que habían osado amenazar a su prole.

- Que todos los Orcos se retiren, Morlarak, ya hemos perdido bastantes guerreros por hoy, yo someteré al más grande. - Ordenó Draugor a su lugarteniente.

Una vez que Morlarak dio la orden y que todos los Orcos salieron de las cavernas, el Elfo que los comandaba se quitó el yelmo que le habían fabricado y entró solo. Llevaba, además, coraza, grebas y brazales forjados por sus tropas especialmente para él y sus pesados pasos retumbaban con sonido metálico en las paredes de la oscuridad subterránea. Siendo consciente de que los dragones podían oír lo que decía comenzó a hablar.

- Me gustaría saber si tuvisteis parte en la Dagor Bragollach, muchos dragones combatieron por Morgoth en aquella batalla y muchos de mis amigos murieron en ella. ¡Contestad! - Dijo Draugor mientras entraba en la estancia donde lo único que pudo vislumbrar fue el fulgor rojo de enormes ojos de reptil con semblante colérico y fauces llenas de amenazantes colmillos, donde rugían fuegos humeantes, como de lava recién salida de las profundidades de la tierra.

- ¡Un Elfo! - Dijo uno de los dragones con voz profunda y timbre femenino - ¿Qué hace un Elfo a la cabeza de un ejército de Orcos? ¿Quién eres tu? ¡Contesta antes de morir!

- Mi nombre es Draugor, Señor de los Huargos, y tengo como misión expulsar a Sauron de Tol Sirion. El siervo de Morgorth ha tomado la isla y me han encargado reconquistarla.

- Tu debes ser el Elfo Noldo de Thangorodrim, ése que se escapó de Angband y al que los Orcos llaman Fantasma. He oído hablar de ti, si, pero ¿quién te ha encargado reconquistar ésa isla que no conozco?

- Marcho hacia Tol Sirion en nombre de Maedhros el Alto, hijo de Fëanor.

El dragón de voz femenina, el más grande de todos, comenzó a reír.

- ¿En nombre de Maedhros con un ejército de Orcos? ¿Con qué poder te has hecho con la voluntad de los Orcos, Elfo imprudente y estúpido? Enséñame el Anillo del Lobo, enséñame lo que no te pertenece, Elfo ladrón.

Draugor levantó su mano izquierda, donde el dragón pudo ver un anillo de plata que tenía talladas dos pequeñas cabezas de lobo mostrando sus colmillos, y comenzó a recitar la letanía que estaba inscrita en él.

- Obedecerás a tu Amo y Señor Melkor y a mí en su nombre... Obedecerás a tu Amo y Señor Melkor y a mí en su nombre...

Un fulgor plateado comenzó a surgir del anillo y pronto se convirtió en una inmensa luz que ocultó la figura de Draugor y que hizo que los dragones no pudieran mirarle directamente, pero la dragona que le había hablado siguió riéndose.

- ¿Crees que ésa luz me impedirá a mí o a mis hijos matarte? Es muy impresionante, si, pero solo Melkor en persona puede darme órdenes, Elfo insignificante. Ni siquiera te das cuenta de que ya eres un siervo de mi creador, aquel al que tu llamas Morgoth, gracias a ese anillo que tan a la ligera usas, que no es tuyo y que robaste.

El Elfo dejó de recitar la letanía y la luz que lo cubría se extinguió de pronto.

- ¡¿Cómo que soy un siervo de Morgoth?! ¡Él es mi enemigo, yo lo destruiré, o ayudaré con todo mi corazón a destruirle! - Gritó Draugor. - Ya veo que quieres enfurecerme para que baje la guardia... Eso no ocurrirá, dragón, no me mataréis, no hasta que esté frente a Minas Tirith, entonces Sauron tendrá su oportunidad de matarme, pero eso no ocurrirá antes... No cambies de tema, dragón, no me habéis contestado ¿luchasteis o no en la Dagor Bragollach?

- Díselo, madre, díselo y devorémoslo de una vez, hace mucho que no pruebo la carne de Elfo. - Dijo otro de los dragones.

A éstas alturas los ojos élficos de Draugor ya se habían acostumbrado a la penumbra y pudo distinguir perfectamente a cada uno de los dragones. El dragón femenino, el más grande y que al parecer era la madre de los demás, tenía escamas de color negro; había uno con escamas blancas; uno con escamas verdes, que era el que acababa de hablar; y un cuarto, el más pequeño, que tenía escamas de color rojo. La dragona de escamas negras contestó a la pregunta.

- Sí, Draugor, Señor de los Huargos, hemos luchado en la Dagor Bragollach y hemos matado a muchos Elfos debiluchos como tú. Estos que ves aquí, mis hijos, son también los hijos de Glaurung, al que tu conoces con el título de El Gran Gusano. Cuando eran simples huevos Melkor vino volando a lomos de su padre y se llevó uno de ellos. Muchos muchos años después, cuando el Señor Oscuro deseó hacer su Guerra contra los Elfos, volvió a lomos de Dornimraug, mi hijo, el de las escamas blancas. Morgoth lo había tenido prisionero en Angband y amenazó con volver a llevárselo o con derrumbar toda la montaña sobre nosotros si no accedíamos a arrasar el Sitio que los tuyos mantenían sobre la Prisión de Hierro. Si nos plegábamos a sus demandas juró dejarnos libres y no volver a molestarnos jamás. Él cumplió su palabra y ahora tu eres nuestra cena.

- ¡No tan deprisa! - Gritó Draugor levantando la mano en la que llevaba su anillo mágico. - Habéis combatido y sabéis lo que es una batalla contra ejércitos armados, eso es importante para mí porque necesito vuestra ayuda para dominar la plaza de Sauron. Ahora sé que preguntaréis ¿a cambio de qué? ¿Puede daros un Elfo ladrón como yo algo que os interese, dragones? ¿qué queréis a cambio de vuestra ayuda? Os lo pregunto para saber si puedo contar con vosotros puesto que sin vosotros mi viaje de conquista acaba aquí, sin vosotros no me será posible expulsar a Sauron de Tol Sirion.

- ¡No, Elfo, no puedes convencernos para luchar por ti, jamás te ayudaremos y ahora muere! - Gritó el dragón de escamas verdes.

- ¡Un momento! - Le detuvo su madre. - ¿Y qué hay de ése anillo? Morgoth nos dará un tesoro a cambio de él. ¿Nos darías el Anillo del Lobo, Elfo? ¿Te desprenderías de tu mejor y más poderosa arma a cambio de conquistar esa isla?

- ¿Y porqué no quemar al Elfo y recoger el anillo de sus cenizas, madre? - Preguntó el dragón más pequeño, el de escamas rojas. - No necesitas obedecer a un ladrón para robarle.

- Puedes comerte a éste Elfo estúpido que ha venido a buscar su muerte en nuestra guarida si quieres, Naurcárak, pero pensad en todos los Elfos que podríais comeros si viajamos al sur, hijos. ¿Alguno de vosotros ha viajado al sur? ¿Sabéis donde están las fortalezas que debemos evitar y las que podemos atacar? ¿Acaso sabéis donde hay grutas donde descansar? No ¿verdad? Con la ayuda de éste Elfo podemos hacernos con tesoros y festines que no ganaremos aquí acurrucados, hijos míos, pensadlo.

- ¡Si! - Intervino rápidamente Draugor. - ¡Si! Os indicaré las ciudades de los Elfos que podéis atacar, no me importa, y por supuesto que os daré el Anillo del Lobo si eso es lo que queréis, me es muy preciado... y no sólo por su poder... me recuerda cosas del pasado... Pero os lo daré cuando yo sea el único Señor de Tol Sirion y el único comandante de Minas Tirith, no antes... Os lo daré cuando haya cumplido lo que he pactado con Maedhros el Alto por fin y cuando Sauron haya sido derrotado y no tenga poder para organizar represalia alguna, si es que no conseguimos darle muerte. ¿Hay trato?

- Déjanos solos un momento, Draugor - dijo la dragona de escamas negras - debemos debatir qué es lo que realmente queremos y qué es lo que realmente nos conviene.

- Que así sea. - Contestó el Elfo albino entre las protestas del dragón de escamas verdes, antes de darse la vuelta y salir de las cavernas mientras se ponía su yelmo de faz terrible.

Morlarak, el Orco lugarteniente de Draugor, pestañeó incrédulo al ver salir de las cavernas a su Amo de una pieza y sin un rasguño. - ¿Todo bien, mi Señor? - Preguntó.

- Si, Morlarak - contestó su comandante - creo que todo ha ido muy bien y pronto arrasaremos la Tierra Media con la ayuda de esos dragones.


Gwathorod, Sombra de la Montaña, Madre de Dragones
Gwathorod, Sombra de la Montaña, Madre de Dragones

Dornimraug, el Terror de las Profundidades
Dornimraug, el Terror de las Profundidades

Farothaurog, el Cazador Terrible
Farothaurog, el Cazador Terrible

Naurcárak, Colmillo de Fuego
Naurcárak, Colmillo de Fuego

Gwathorod y Draugor
Gwathorod y Draugor



Escudo del Dragón



Los dragones:

- Gwathorod ("Sombra de la Montaña"). Madre de los Dragones, de escamas negras.

- Dornimraug ("Demonio Blanco de la Tierra"). El mayor de los hijos, de escamas blancas.

- Naurcárak ("Colmillo de Fuego"). El más pequeño, de color rojo.

- Farothaurog ("Demonio Cazador Abominable"). El mediano, de escamas verdes.