miércoles, 15 de julio de 2020

UN APRENDIZ DE JEDI



"This is the end,
beautiful friend.
This is the end,
my only friend,
the end.
Of our elaborate plans,
the end.
Of everything that stands,
the end.
No safety or surprise,
the end.
I´ll never look into your eyes
again.
Can you picture what will be,
so limitless and free.
Desperately in need
of some stranger´s hand
in a desperate land."

The Doors "The End"



Sheir-Vrett
Sheir-Vrett

Acogedora
"Acogedora", la nave del Maestro Retell


LA DESTRUCCIÓN DE LA ESFERA DE MEDITACIÓN

Darth Ghul salió de la meditación que le permitía entrar en el hiperespacio y vio la superficie de Sheir-Vrett, un planeta desértico en el que no había absolutamente nada de valor y que hacía cientos de años que había servido a los Jedis como retiro espiritual. Allí, en algún lugar de ése planeta, estaba el joven aprendiz de Jedi llamado Jace Jukassa al que mataría y del que esperaba adquirir nuevos poderes y una fuerza que nunca antes había sentido.

De repente una nave salió rápidamente del hiperespacio muy muy cerca de la Esfera de Meditación. Se trataba de un Explorador de Largo Alcance Saltador Maestro SM-5000 que lejos de detenerse aceleró para estrellarse a gran velocidad contra el vehículo Sith que Darth Ghul pilotaba. Ambas naves acabaron saliendo despedidas rápidamente como dos grandes bolas de desechos que se incendiaron al entrar en la atmósfera de Sheir-Vrett. Aunque Ghul estaba luchando para dominar los restos de su nave con el poder de la Fuerza, algo extraño sucedía, no era capaz de invocarla, era como si hubiera perdido sus poderes, era como si alguien, o algo, estuviera interfiriendo con su capacidad de controlar la Esfera de Meditación. Sea como fuere, su vehículo caía descontrolado hacia el planeta envuelto en una bola de llamas y por primera vez en mucho mucho tiempo, sintió cómo él no podía hacer absolutamente nada por evitarlo.

El impacto fue tremendo y Ghul perdió la consciencia. Cuando volvió en sí descubrió que la Esfera de Meditación era ahora un amasijo inservible de roca, metal y cables. Se sorprendió al sentir de repente una presencia de la Fuerza tremendamente poderosa y constante que mantenía sujetos los restos de su vehículo destrozado al suelo del planeta y que había cortado toda unión mística que hasta hacía muy poco tiempo había tenido con la Esfera. Darth Ghul tuvo la certeza de que lo que había sido su vehículo Sith jamás volvería a surcar el cielo de ningún planeta, ni a atravesar el espacio de la Galaxia tampoco.

Se irguió y salió de los amasijos de roca que le aprisionaban para descubrir el cielo diáfano de Sheir-Vrett con varios soles en lo más alto que arrojaban una luz abrasadora y que indicaban que debía ser el medio día en ésa zona concreta del planeta. A lo lejos alguien le hizo señales de luz, tal vez con un espejo o un trozo de cristal. No sabía el código pero Ghul estaba completamente seguro de que las señales se las estaban haciendo llegar a él. "Una trampa", pensó, "en un planeta tan pobre deben abundar los carroñeros y canallas de todo tipo, tal vez tengan que ser los más despreciables de la Galaxia si sobreviven en un sitio como éste. Tendré cuidado y me gustará ver sus caras cuando se sorprendan al darse cuenta de que soy yo quien les está dando caza y no a la inversa." Se rió para sí mismo y caminó en sentido contrario a las señales luminosas.


Nilvaas Leernure
Nilvaas Leernure, el klatooiniano

Voso Teruna
Voso Teruna


EL COMBATE CONTRA EL SITH

Liliam Garcom observó a través de la mirilla telescópica de su fusil bláster al tipo de disfraz estrafalario que Jukassa les dijo que vendría con la intención de matarlos, a todos y a cada uno de ellos. Como Jace había predicho, el Sith se alejaría de la señal luminosa de Barrett Askellan.

Era sorprendente cómo el joven aprendiz de Jedi que era Jukassa había progresado, no sólo en su nivel, calidad y cantidad de poderes de la Fuerza, sino también en su madurez personal desde que hubiera desaparecido en el Templo Jedi. Él decía no recordar nada pero sólo Jukassa fue capaz de entrar en el Templo. Cuando estaban atravesando el túnel que conducía al mismo, Jace había cortado la cuerda que le unía a los demás con su sable de luz y luego había corrido para entrar solo mientras un repentino temblor sacudió toda la montaña y tuvieron que salir rápidamente del túnel para conservar la vida y para no quedarse atrapados, puesto que el túnel fue completamente sepultado por un derrumbe. Una semana después Jukassa apareció de forma súbita e inconsciente tirado en el suelo de uno de los túneles que habían excavado.

Él decía recordar cómo había entrado completamente solo al Templo, haber encontrado los valiosos cristales kyber que habían logrado vender en el mercado negro, y también parecía recordar cómo había construido su sable de luz gracias a varios volúmenes escritos por Jedis que versaban sobre ésta materia y que se almacenaban polvorientos y olvidados en el interior del Templo. Pero decía no recordar absolutamente nada de cómo había logrado entrar y parecía no recordar nada tampoco acerca de cómo había logrado salir... Se refería a estos hechos como "misterios de la Fuerza"...

También mencionó haber tenido unas visiones que le advertían de la presencia y la llegada de aquél Sith. Dijo que el Maestro Retell se le había aparecido y que le dio instrucciones precisas para derrotarlo... con la ayuda de todos. También dijo que el Maestro se había despedido de Jace y de todos los demás, pues éste Sith era muy fuerte y él en persona debía sacrificarse como parte del plan para derrotarlo. La "Acogedora", la nave de Retell hecha pedazos y estrellada en la superficie de Sheir-Vrett, daba testimonio de éste sacrificio. Ahora les tocaba a ellos, sería una lucha a vida o muerte y nada podía fallar para terminar con la no-vida de aquél ser que vestía de negro y que, según Jace, ya no sólo no era humano sino que, además, ni siquiera estaba vivo...

En su puesto de guardia, resguardada en su toldo de camuflaje, Liliam se dio la vuelta e hizo las señales luminosas acordadas a sus compañeros para avisarles de que el Sith se dirigía al lugar previsto y de que todo iba según lo planeado.

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Después de caminar durante tres o cuatro kilómetros, Darth Ghul empezó de repente a sentir vida, a sentir dos presencias poderosas en la Fuerza que le esperaban. Media hora más tarde llegó al lugar donde estaban aquellas personas que debían ser Jedis, o al menos debían tener un amplio entrenamiento en la Fuerza, y eso era más que evidente porque podía sentirlo.

Pudo ver a un klatooiniano con ropas de Jedi a un lado del camino que seguía, y al otro a un humano de piel negra que vestía también la ridícula toga con capa de los Jedi. Ambos esgrimían encendidos sus sables de luz de color azulado.

- Estáis locos si venís a enfrentaros a mí. - Dijo Ghul. - Pero supongo que debo sentirme afortunado, he venido a matar a un Jedi y me parece que voy a matar a tres. ¿Estáis aquí buscando el templo perdido de Sheir-Vrett?

- No vas a matar a nadie más, Sith. - Dijo el klatooiniano. - Estás a punto de encontrar tu final. No sabes nada, te crees muy poderoso pero no eres más que un ignorante... acerca de gran cantidad de cosas...

- Logramos encontrar el Templo de Sheir-Vrett, si... - Dijo Voso Teruna. - Y allí es donde hemos visto éste presente... y tu futuro... Prepárate para ser destruido, engendro de la Oscuridad.

Y diciendo esto los Jedis levantaron sus sables de luz a la vez... y retrocedieron.

Ghul sintió de repente peligro gracias a su conexión con la Fuerza, pero el peligro no procedía de quien blandía los sables de luz azulados sino que podía sentir cómo se acercaba a sus espaldas. Se movió rápido a un lado con lo que consiguió esquivar un fogonazo bláster que acabó en el suelo de roca y arena y que un francotirador le había disparado desde muy muy lejos.

Estaba más que claro que los Jedis pretendían tenderle una trampa, así que, en lugar de seguirles trató de localizar al francotirador y avanzó hacia su posición esquivando los disparos o deteniéndolos con sus sables de luz. Hasta que lo sintió... Peligro, de nuevo a su espalda. Se giró a tiempo para detener dos sables de luz. Eran azulados, pero ésta vez los blandía un tercer Jedi, un chico joven moreno y de tez clara.

- ¡Por fin! - Exclamó Ghul. - Jace Jukassa en persona.

- ¡El mismo! - Gritó el chico mientras sus dos compañeros Jedis se aproximaban para atacarle por los flancos. Al rodearle tantos Jedis los disparos del francotirador se detuvieron.

- ¡¡Jajajajaja!! Ni tres Jedis junto a un francotirador luchando codo con codo contra mí podréis derrotarme, es un combate muy desequilibrado, soy demasiado poderoso, soy demasiado fuerte para vosotros. - Se burló el Sith.

- Somos muchos más que cuatro. - Dijo Jace Jukassa para, a continuación, apagar sus sables de luz y cerrar sus ojos, concentrándose profundamente en la Fuerza.

Voso Teruna y Nilvaas Leernure supieron lo que tenían que hacer y se movieron para atacar al Sith. Éste bloqueó fácilmente los ataques y pareció divertirse con ello hasta que un sable de luz amarillo atravesó el pecho de Darth Ghul. A unos veinte metros de allí se encontraba Pria Jessex, quien extendió la mano y usó la Fuerza para recuperar su sable láser, que salió limpiamente del pecho del Sith y regresó con su dueña. Ahora lo veía claro. Jukassa se había concentrado en la Fuerza para enmascarar el ataque furtivo de la nueva Jedi que se había incorporado al combate. Pero, cuando el sable de luz amarillento salió del cuerpo de Ghul, éste volvió a reír, desafiante.

- ¿Pensáis que eso me ha herido? ¡¡Jajajajajajajajaja!! Hace mucho tiempo que he trascendido las necesidades y dolores de lo que fue mi cuerpo, ahora estoy totalmente por encima de la vida y de la muerte, del miedo y del dolor, de la carne y la materia... Ahora, nada ni nadie impedirá que más tarde o más temprano reclame vuestra esencia vital para alimentar la mía, para alimentar al lado oscuro...

- Oooohh, cállate ya. - Susurró Jace para volver a encender los sables de luz y atacarle.

Ésta vez, y como si recibieran órdenes mentales, Voso Teruna y Nilvaas Leernure se hicieron a un lado, para tomar un papel más pasivo en el combate, observando el baile de bloqueos y fintas de los dos sables de luz azules y los dos sables de luz rojos. Pronto Pria Jessex se unió al combate y Darth Ghul sintió la Fuerza extremadamente poderosa de aquella Jedi. Tanto es así que, cuando Pria llegó, Jace se hizo casi a un lado para dejar que ella llevara la iniciativa del combate. Pronto el Sith se descubrió a sí mismo retrocediendo, cediendo terreno y perdiendo el combate ante la Fuerza de cuatro Jedis unidos. Pero aún no estaba derrotado, Ghul aún tenía poder sobre los elementos.

En un segundo, el Sith se concentró en la Tierra que le rodeaba para dejar que le engullera y escapar así del combate que estaba a punto de perder. Allí podía sentir cavernas, grutas, tal vez fueran parte del antiguo templo Jedi que una vez existió en Sheir-Vrett, pero ahora le servirían para sorprender a sus enemigos, llevarles a un terreno que le fuera más favorable, dividirlos y asesinarlos uno a uno, ya que juntos habían demostrado ser demasiado poderosos...

- Bien - dijo Jace Jukassa mientras cerraba los ojos. - Se dirige al Templo, como así debía ocurrir... Puedo sentirlo, ahora el combate depende de mí y de la Fuerza. Gracias, amigos, no lo habría conseguido sin vosotros.

- Jace ¿estás seguro de que podrás destruirlo? Parece muy poderoso. - Le preguntó Pria Jessex.

- En el Templo el Maestro Retell me ayudará, además de la Fuerza luminosa del lugar. Lo derrotaré, no os preocupéis, el Maestro así lo predijo.

- Jace. - Le dijo Voso Teruna. - Que la Fuerza te Acompañe.


Darth Ghul
Darth Ghul

Jace Jukassa
Jace Jukassa



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