La dificultad de detectar peligros en la oscuridad hace de ésta el ámbito de nuestros terrores ancestrales. |
Antes de que Bram Stoker escribiera "Drácula" en 1897, incluso antes de que aparecieran los vampiros de las novelas de terror góticas, el vampiro era un mito eslavo asociado al del licántropo. De hecho en esas leyendas antiguas eslavas el vampiro era una especie de rey de los licántropos. Mientras que el licántropo era un ser maligno humanoide que podía cambiar su forma para transformarse en lobo y poder devorar así a niños indefensos, el vampiro era, en éstas leyendas, un licántropo con la capacidad de transformarse en una gran variedad de animales para llevar a cabo sus fechorías malignas.
Es bien cierto que en la mitología antigua eslava existía otra criatura con más semejanzas a nuestra idea contemporánea de vampiro: un fantasma o cadáver animado con el único objetivo de alimentarse de la fuerza vital de los vivos (no sólo de su sangre). Muy seguramente éste primer vampiro eslavo fuera una forma de explicar la enfermedad y su propagación en las poblaciones humanas antes de que la ciencia pudiera explicarla.
Pero la revisión que el romanticismo hizo de ésta criatura legendaria nos dio una visión que va más allá de la representación de la misma como ejemplo soterrado del lado salvaje y bestial del ser humano y de la representación pre-científica de la propagación de las enfermedades en poblaciones humanas insalubres. Y es que hoy en día (y gracias al romanticismo, repito) ésta criatura maligna representa los dos instintos más primitivos y animales que los humanos poseemos en perfecta fusión y de los que ya he hablado en otras entradas del blog: el instinto sexual y el instinto de muerte (tanto matar como morir).
Al igual que las ratas que propagaron la peste en Europa el Nosferatu de Murnau viaja a occidente en barco. |
Desde antiguo los humanos hemos temido lo que no conocemos y, antes de la aparición de la ciencia y para aquellas persona que no son puramente materialistas, la imagen de que los muertos habitan un lugar lejano pero conectado de alguna forma a nuestra realidad material ofrece la posibilidad imaginada de que éstos muertos regresen o nunca se vayan del todo... ¿Y por qué y para qué iba un muerto a habitar entre los vivos si no es para atormentarlos e incluso mantener su conexión con el mundo de los vivos alimentándose de alguna manera de éstos?
Más allá de los antiguos mitos eslavos sobre licántropos y fantasmas vampíricos los vampiros han existido siempre en el inconsciente colectivo como la representación de nuestros impulsos más animales y primitivos fusionados y como representación de nuestro desconocimiento y miedo hacia la enfermedad, la muerte y la descomposición de los cadáveres. Como Jacobo Siruela señala en El Vampiro, antología literaria, editado por Siruela en 2001, ya en las civilizaciones mesopotámicas existían siete "fantasmas que atacan los hogares... y se ensañan con los hombres, y derraman su sangre, como la lluvia, y devoran su carne, y chupan de sus venas..."
De la fusión de los mitos hebraicos y los mesopotámicos surgió Lilith, ser mitológico mesopotámico que los antiguos judíos transformaron en la primera mujer que creó Dios, que repudió a Adán y por ello Yahvé la condenó a convertirse en un demonio nocturno volador que tiene que alimentarse de sangre.
Relieve mesopotámico de Lilith, terracota posiblemente del período Isin-Larsa (2025 - 1763 a. C.) |
En la tradición árabe existe un demonio llamado Gul que frecuenta los cementerios para alimentarse de carne humana muerta, aunque también sería capaz de atacar a los niños si se le ponen al alcance. Y en la tradición grecolatina existían la Empusa y la Lamia, monstruos femeninos que vienen a ser una versión del mítico súcubo: un demonio que adopta forma femenina para tener relaciones sexuales con hombres y así engendrar otros demonios (al igual que el íncubo que es el mismo demonio pero en versión masculina).
Entre el siglo XVII y el siglo XVIII se produjeron en Europa episodios epidémicos y con frecuencia se culpaba a los vampiros de ser los causantes de la propagación. En 1748 el abad Dom Agustín Calmet escribe el Tratado de las apariciones de los espíritus y de los vampiros o revinientes de Hungría donde se recoge éste texto: "En este siglo, desde hace alrededor de sesenta años, una nueva escena se ofrece a nuestra vida en Hungría, Moravia, Silesia, Polonia: se ven, dicen, a hombres muertos desde hace varios meses, que vuelven, hablan, marchan, infestan los pueblos, maltratan a los hombres y los animales, chupan la sangre de sus prójimos, los enferman, y, en fin, les causan la muerte; de suerte que no se pueden librar de sus peligrosas visitas y de sus infestaciones, más que exhumándolos, empalándolos, cortándoles la cabeza, arrancándoles el corazón o quemándolos. Se da a estos revinientes el nombre de upiros o vampiros, es decir sanguijuelas, y se cuentan de ellos particularidades tan singulares, tan detalladas y revestidas de circunstancias tan probables y de informaciones tan jurídicas, que no puede casi rehusarse a la creencia que tienen en esos países, de que los revinientes parecen realmente salir de sus tumbas y producir los efectos que se les atribuyen."
El romanticismo, con su rechazo artístico a la razón ilustrada, y la novela gótica del siglo XIX que veían el horror como fuente de deleite no pudieron abstraerse de la atracción del vampiro y lo horripilante como fuente de placer estético, lo que Shelley llamó "la tempestuosa belleza del terror".
Cartel de la película Daybreakers dirigida por Michael y Peter Spierig en 2009. |
Cartel de la película Daybreakers dirigida por Michael y Peter Spierig en 2009. |
Y fue en el verano de 1816, el año sin verano, cuando se escribió el primer cuento de vampiros, en Suiza concretamente, en la Villa Diodati donde Lord Byron reunió al doctor John William Polidori, su médico y secretario personal, y a Percy y Mary Shelley.
Si 1816 se llamó el año sin verano fue porque la explosión de un volcán en el océano pacífico el año anterior produjo cambios en la climatología hasta provocar un invierno volcánico en todo el mundo. A pesar de ser verano hacía demasiado frío como para pasear y disfrutar de la naturaleza al aire libre, así que, para pasar el tiempo Lord Byron retó a sus invitados a un concurso de relatos de terror. Fue entonces cuando Mary Shelley creó a su "Frankenstein o el moderno Prometeo" mientras que John William Polidori creó el relato que llamó "El vampiro", dicen que inspirándose en el propio Lord Byron. Había nacido el vampiro de la novela gótica que desembocaría en el "Drácula" de Bram Stoker ochenta años más tarde.
Y tras el archiconocido conde transilvano de Bram Stoker llegaron los Dráculas del cine, el inolvidable y brillante Nosferatu de Murnau, los de Béla Lugosi durante el apogeo del cine clásico y después los Dráculas del cine decadente de la productora Hammer con Christopher Lee en el papel del aristócrata no-muerto sediento de sangre. Llegamos a la década de los años 70 y hasta entonces (y aún también una década después) es el "Drácula" de Bram Stoker quien monopoliza en la literatura, el cine, los cómics y la televisión el papel y la figura del vampiro, pero en los 70 también es cuando Anne Rice escribe "Entrevista con el vampiro" que tendrá importancia más tarde, en la década de los 90 del siglo XX.
Béla Lugosi en Drácula (1931) de Tod Browning. |
El éxito del vampiro de Stoker tuvo un precio, como le sucedió al "Frankenstein" de Shelley, y fue la decadencia del personaje pues tras la masiva ingestión y digestión de la idea por parte del colectivo humano global, ésta idea, la del personaje del vampiro más famoso de la historia, sólo quedaba el deformarlo hasta la caricatura, hasta una parodia patética del original.
Fue en 1992 cuando Francis Ford Coppola dirigió "Drácula de Bram Stoker" (una de mis grandes películas favoritas, magníficamente dirigida e interpretada) y la peculiar visión romántica que éste director le dio al mítico conde transilvano no sólo le devolvió al personaje su dignidad sino que también puso al vampiro y a lo vampírico de moda de nuevo. Fue por esto que dos años más tarde se llevó al cine la novela de Anne Rice de la que ya he hablado, "Entrevista con el vampiro", y es aquí donde se popularizó la idea que Rice tiene sobre éstos no-muertos, la idea del vampiro contemporáneo.
Cartel de Drácula de Bram Stoker (1992) de Francis Ford Coppola. |
Fotograma de Drácula de Bram Stoker, dirigida por Francis Ford Coppola. |
Ésta novela y su película marcan un antes y un después en la visión posterior del no-muerto que se mantiene joven eternamente gracias a alimentarse de la sangre de los vivos, muchas son las diferencias de éste vampiro con Drácula y la visión del vampiro clásico. Para empezar el vampiro clásico poseía toda una serie de defectos sobrenaturales que hoy en día resultan incomprensibles, demasiado accesorios, barrocos, complicados e histriónicos. Anne Rice acaba con todo eso, adiós a la repulsión al ajo, a los crucifijos, al no reflejo en el espejo... Además Rice también acaba con las transformaciones en animales y con ello acaba con la caricaturización animalística del personaje, así como acaba con su explicación y justificación religiosa, pues desaparece el demonio y la lucha entre el bien y el mal como justificación de su entidad... El vampiro de Anne Rice no es un villano, como el clásico, no es malvado, es sólo un antihéroe, un maldito que ha llegado a su condición de personificación de la muerte por azar.
Son las similitudes del vampiro de Anne Rice con las del vampiro clásico las que enfatizan esa condición de antihéroe, de personaje trágico y dramático: no puede ver la luz del sol pues ésta le resulta mortal, debe no-vivir siempre bajo la oscuridad de la noche, es una sombra de lo que fue en algún momento pasado un ser humano joven, con todos sus recuerdos, con sentimientos humanos pero necesidades y debilidades sobrenaturales. Porque bajo éstas premisas Rice convierte la inmortalidad en una debilidad, más que una ventaja es una carga, una maldición que atormenta a éste no-muerto físico que posee recuerdos, pensamientos y sentimientos humanos; no-muerto que debe hacer daño a los seres vivos, aunque no quiera, para evitar su propia destrucción.
Cartel de Entrevista con el vampiro (1994) dirigida por Neil Jordan. |
Fotograma de Entrevista con el vampiro (1994) de Neil Jordan. |
Existe otra diferencia entre el vampiro contemporáneo y el clásico: su ambigüedad sexual. Ésta ambigüedad a mi parecer se debe a tres factores: 1º) al reflejo heterosexual de Anne Rice que en su novela fantasea con relaciones masculinas homosexuales al igual que un hombre heterosexual fantasea con relaciones homosexuales femeninas. 2º) A los impulsos sexuales y alimenticios unidos del vampiro que se expresan por medio de la succión de sangre viva, no importa de quién, hombre o mujer, niño o niña, anciano o anciana, sólo importa que sea una persona viva, sana y posea sangre en las venas. Por lo tanto los términos "heterosexual" u "homosexual" no son aplicables al no-muerto, el vampiro no tiene ni necesita relaciones sexuales de ningún tipo más que las que se expresan por medio de la succión de sangre. 3º) Son no-muertos y por lo tanto no pueden "reproducirse", al menos como lo hacen los vivos, por lo que sus órganos genitales carecen de función alguna. Por lo tanto los términos "heterosexual" u "homosexual" no son aplicables al no-muerto.
¿Cuáles han sido las consecuencias de éste nuevo concepto de vampiro? Buf... Muchas... Podría empezar mencionando la serie de Joss Whedon Buffy cazavampiros que comenzó como una serie cómica y temporada a temporada fue adquiriendo seriedad e importancia. Debo mencionar el juego de rol Vampiro: la mascarada, no sólo porque dio la posibilidad de jugar con el monstruo y no sólo porque tuvo tal éxito que su editorial (White Wolf) acabó absorbiendo al resto de juegos de rol, sino porque es muy probable que del mismo partiera la idea original de la saga cinematográfica Underworld cuyos creadores tuvieron litigios judiciales con los del juego de rol. No puedo olvidarme de mencionar la saga cinematográfica Blade, basada en un personaje secundario de los cómics de Marvel, la serie televisiva True Blood y la saga literaria y cinematográfica Crepúsculo, la cual me produce una mezcla entre pena, ira y risa.
Cartel publicitario de Ray Ban en los años 90. |
Me voy no sin antes dejar aquí el anuncio de Ray Ban que marcó parte de mi adolescencia, recordad siempre que "la sangre es la vida..."
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