"No hay verdad en la carne, solo traición. No hay fuerza en la carne, solo debilidad. No hay constancia en la carne, solo decadencia. No hay certeza en la carne, excepto la muerte."
(Credo del Culto Mechanicus del Warhammer 40.000)
LA VISIÓN
Darth Ghul caminó por las grutas bajo el templo Jedi de Sheir-Vrett, sepultado decenas de metros por encima, con la única luz de sus sables láser como extraña compañía carmesí. No importaba la luz, pues él, un auténtico Lord de los Sith, no necesitaba luz alguna, el lado oscuro le otorgaba otros muchos sentidos y poderes. No, Darth Ghul no había encendido sus sables de luz para iluminarse con ellos. Allí había alguien más, cerca de él, que trataba de darle caza. Tal vez fuera aquel aprendiz de Jedi que él mismo buscaba para matarlo y absorber así su alma, sus conocimientos y sus poderes.
Era irónico, demasiado, hasta el punto en el que Ghul no pudo reprimir una agónica y terrorífica risa. Él, que llevaba ya un tiempo tratando de dar caza a ese tal Jace Jukassa, ahora parecía ser presa de un ser tan inferior, tan... mortal como aquel mismo Jedi... Alzó la voz, consciente de que éste podía oírle perfectamente.
- Esto es inútil, Jace, yo he sido testigo del futuro, yo he sido bendecido con La Visión. Se lo que va a ocurrir dentro de cientos de miles de años... tal vez de millones... La Humanidad se unirá y conquistará el Universo. He de ver ése futuro, he sido elegido y por y para eso no puedo morir. Ahora soy inmortal y, por lo tanto, no puedes juzgarme como a cualquier otro ser falible e imperfecto, porque yo ahora estoy por encima de cualquier moralidad y ética, yo ahora ¡soy un Dios! Únete a mí, conviértete en mi igual, sé cómo darte éste poder. Ambos podemos llegar a ver y transformar el futuro para que llegue a ser lo que debe ser, ambos...
- ¿Y qué hay de los alienígenas? - Le interrumpió y le sorprendió la voz de Jace Jukassa que llegaba de todas partes y de ninguna al mismo tiempo, debido a los reflejos y ecos de las grutas subterráneas.
- ¿Los alienígenas? ¿Quieres saber qué pasa con ellos en el futuro, supongo? - Preguntó a su vez Ghul.
- Si, has dicho que la Humanidad conquistará el Universo ¿y qué pasará con los alienígenas?
- Serán aniquilados, destruidos... Son muy pocos y muchos de ellos ni siquiera están bien adaptados al viaje hiperespacial. No podrán resistir los cataclismos ni las guerras que están por venir. En cambio nosotros, los Humanos, como esclavos de los Rakata que fuimos, hemos colonizado toda la Galaxia y somos las criaturas más flexibles, adaptables, resistentes e ingeniosas del Universo. Ningún otro ser viviente se nos puede comparar, ningún otro ser viviente sobrevivirá a los muchos cambios que van a ocurrir.
- Dime ¿existe la Fuerza en ese futuro que has visto? ¿En qué cree la Humanidad del futuro y cómo se gobierna o quién la dirige?
- La Fuerza seguirá existiendo, si, en efecto, como Energía fundamental del Universo seguirá estando ahí, aunque los Humanos la conocerán con otro nombre, ellos la llamarán "Disformidad", supongo que por su falta de forma física y por su incorporeidad. La verán como algo "a parte" de la propia realidad física y nadie sabrá utilizarla, al menos no como los Jedis o los Sith. De hecho no habrá algo similar a nosotros en el futuro y, por lo tanto, recelarán de ella y la observarán como un poder peligroso, lo cual terminará por crear dioses oscuros o demonios que nacerán en la Fuerza misma de estos miedos humanos. Unos pocos se inclinarán ante los Dioses Oscuros de la Disformidad, pero la gran mayoría adorará a un Dios Emperador, que no sólo será el gobernante máximo, si no también su único y venerable Dios Todopoderoso. Pero desconozco la identidad de ésa persona y el alcance de sus poderes místicos, si es que realmente llegara a poseer alguno. Acompáñame, hazte inmortal como yo y sé ése Dios Emperador del futuro, yo seré uno de los Dioses Oscuros de la Disformidad, o todos, y crearemos un futuro para la Humanidad de nuestra eterna guerra, de nuestra eterna lucha fratricida.
- ¿Quieres crear una civilización común para todos los humanos basada en una gran mentira? ¿Basada en la guerra, en el caos, en la lucha, en el sufrimiento y la discordancia? Solo un Sith podría estar lo suficientemente loco como para tener semejante idea, además, ya hay un Emperador, no me necesitas para llevar a cabo esa locura.
- El fin de ése al que tu llamas Emperador está muy cerca, Jedi, es un simple títere del lado oscuro, un ignorante de lo que es el auténtico poder. Ignora lo que un auténtico inmortal puede llegar a conseguir, ignora lo que es la inmensidad del Universo y el auténtico poder de la Fuerza. ¿Y te escandalizas de que quiera construir una civilización de la guerra y la mentira? ¿Qué es la vida sino sufrimiento? ¿Qué es la civilización sino una gran mentira llena de convencionalismos que nosotros mismos hemos inventado para llenar el Vacío del Espacio? Piénsalo, no importa tanto que un Imperio se alce como gobierno totalitario de la Humanidad y, por lo tanto de todas las criaturas inteligentes y pensantes del Universo en el futuro, si consigues que ése gobierno sea realmente estable y eterno. No importa puesto que lo verdaderamente importante es que la Humanidad conquiste el Vacío, que llene al Universo y a la Fuerza con su Vida y su Consciencia. ¿Acaso importa que esa sociedad futura viva en una continua guerra falsa orquestada por ti y por mi? Piénsalo, la guerra no importa, es más, la necesitamos si queremos crear una sociedad fuerte, resistente y proclive a la conquista del Vacío. Una eterna guerra ficticia sería el acicate perfecto para hacer florecer y desarrollarse a la Humanidad hasta más allá de sus máximos posibles.
- No hablaré más contigo acerca de esto, no merece la pena tratar de convencer a un loco de que abandone su locura. Eres un monstruo y serás derrotado para siempre, la vida de millones de millones de seres depende de ello. Ahora sígueme, estamos muy cerca, es por aquí.
Ghul comenzó a ver un reflejo azulado en la lejanía, poco a poco ése reflejo fue adquiriendo mayor claridad y potencia, hasta que por fin pudo ver la gruta en la que se encontraba entre las sombras generadas por tal reflejo. Allí, al fondo, Jace Jukassa le apremiaba para que se acercara mucho más, donde la luz era igual o más potente que la del día en la superficie de aquel desértico, sucio y polvoriento planeta. Demasiada luz... Cuando por fin sus ojos se acostumbraron vieron el final de la sucesión de cuevas y estancias subterráneas. Una extraña agrupación de columnas enormes de cristal traslúcido inclinadas en diversos ángulos, de forma aparentemente natural, culminaban en una gigantesca columna central que irradiaba una luz azulada, poderosamente atractiva, hipnótica, luz que se ampliaba más allá de su lugar gracias a los reflejos de las columnas traslúcidas cristalinas que la circundaban.
El aprendiz de Jedi Jace Jukassa encendió sus sables láser y se puso en guardia delante de la columna que irradiaba la azulada luz, como si quisiera defenderla.
- ¿Qué narices es éste sitio? - Preguntó el Sith.
- No tienes derecho a saber nada acerca de éste lugar y jamás sabrás algo al respecto, al menos no por mí. - Dijo el Jedi.
- Da lo mismo, te mataré y así absorberé tu alma y tus conocimientos. - Señaló Ghul mientras se abalanzaba sobre su oponente.
Durante las primeras estocadas no lo notó, pero cuando hubieron pasado unos segundos de combate, Darth Ghul se dio cuenta de que algo extraño ocurría en aquel lugar, era como si parte de sus poderes en la Fuerza y el lado oscuro hubieran desaparecido. Trató de enterrar vivo al Jedi contra el que combatía e incluso empujar una de aquellas enormes columnas cristalinas para tirársela encima a su rival, pero no funcionaba. Jace Jukassa pareció darse cuenta.
- Eso no funcionará... no aquí. Éste es un lugar luminoso y tus hechizos y artimañas de Sith son inútiles. Aquí las energías del lado luminoso nos igualan, aquí te quedas sin las ventajas que tendrías en cualquier otro sitio.
- ¡Estás muy equivocado si crees que me he quedado sin recursos! ¡No hay nada imposible para la Fuerza!- Gritó Ghul.
Al decir esto el Sith empujó con la Fuerza al Jedi, el cual terminó golpeando fuertemente una columna traslúcida con su espalda. Con toda la rapidez de la que se pudo armar, Jace alzó uno de los sables láser para parar las acometidas de Darth Ghul, pues la ferocidad y la velocidad del Sith estuvieron a punto de costarle la vida. Tardó más de lo esperado mientras esquivaba las estocadas de su oponente, pero usando la Fuerza, Jace Jukassa consiguió al fin hacerse con el sable de luz que le faltaba y que había caído de su mano hacía tan sólo unos segundos.
Estaba ocurriendo lo que el Maestro Retell había predicho, el Sith cada vez luchaba con más rabia y menos inteligencia, aunque también era más fuerte y rápido por momentos, pero Jace sabía qué movimiento debía hacer a continuación. Retrocediendo, y dándole un espacio al Sith para que éste siguiera avanzando como un perro rabioso que no sabe cuándo parar, Jace condujo a Darth Ghul hasta la columna de Cristal Ivrine. Allí se concentró para luchar con una lentitud calculada, haciéndole pensar al Sith que su oponente se estaba cansando y que pronto conseguiría asestar el golpe final, y entonces... ocurrió...
Jace Jukassa saltó por encima de Ghul impulsado con la Fuerza y éste golpeó con uno de sus sables de luz la columna de Cristal de Ivrine. Extrañamente a lo que podría pensarse el cristal no se rompió ni fracturó por ningún sitio. El Cristal de roca místico pareció absorber la espada láser, como si en lugar de una materia sólida fuera un extraño líquido espeso. Lejos de quedarse ahí el arma carmesí del Sith se incrustó aún más dentro de la Columna Ivrine, la cual parecía querer absorberla por completo, como si de un alimento se tratara.
Darth Ghul estaba más que sorprendido y contrariado. Trató de tirar de su arma para recuperarla pero hacer fuerza opuesta fue peor, poco a poco la mano que sujetaba el sable láser quedó atrapada también en el cristal. Era evidente que el Sith estaba en apuros y realmente asustado. Dejando escapar un gruñido de frustración y de rabia soltó el otro arma que sostenía en la mano opuesta para apoyarse mejor, pero esto fue su total perdición. Con las dos manos atrapadas en la Columna de Cristal de Ivrine Ghul comenzó a gritar:
- ¡Eh, maldito bastardo, sé que sigues ahí! ¡Aún no me has vencido! ¡Solo estás retrasando lo inevitable ¿me entiendes?! ¡Soy inmortal y destruiré el planeta entero si hace falta para salir de aquí! ¡¿Has oído?!
- Si, claro que te he oído, - dijo Jace poniéndose cerca del ángulo de visión que el Sith tenía, para que éste viera su sonrisa de triunfo - eres inmortal, ya, tanto como lo es ésta columna de cristal de roca. Verás, ése es un error que al parecer los Sith cometéis con frecuencia, creéis que para derrotar a alguien hay que asesinarlo, que acabar con su vida, y eso no es así. Has sido derrotado, Darth Ghul ¿o debería decir Del Gaurra? porque ése es tu verdadero nombre, antes de convertirte en ésta abominación que ahora eres. Yo también he tenido visiones, Del, he visto tu pasado... y tu futuro... Prescindiendo de tu mortalidad has decidido también prescindir de tu descanso, vivirás para siempre, si eso es lo que quieres, pero vivirás aquí encerrado... No puedo saber si llegarás a ver ése futuro del que tanto me has hablado, no he podido prever tanto, pero lo que tengo por seguro es que mientras éste planeta exista jamás volverás a hacerle daño a alguien.
- ¡¿Así que crees que estoy vencido, eh insecto insignificante?! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡ Para que seas consciente de tu error te mostraré el auténtico poder y la auténtica naturaleza de la Fuerza!
Tras decir éstas palabras, Darth Ghul comenzó a concentrarse y pronto comenzó a soltar un gutural y ronco sonido de su garganta, muy bajo al principio, pero según fueron pasando los segundos el sonido grave y antinatural que el Sith emitía ascendió en un extraño crescendo. El suelo, las paredes y el techo de la gruta comenzaron a temblar. Al principio el temblor no parecía ser gran cosa pero con el paso de los segundos éste se intensificó al mismo tiempo que ascendía de volumen el sonido ronco que parecía salir de la garganta de Ghul.
Jace se asustó, mientras el Sith continuaba concentrado en su meditación destructiva el techo comenzó a crujir, así que el Jedi tomó la sabia decisión de salir de allí lo más rápido que le fuera posible. La pared de roca se fue abriendo para él mientras todo temblaba y, cuando ya estaba casi fuera del Templo oyó el estruendo lejano de un derrumbe mientras creía oír una desquiciada y macabra risa demoníaca que no tardó en apagarse, pero no así el temblor, que continuó sacudiendo la tierra del planeta de Sheir-Vrett.
Al reunirse con sus amigos, sorprendidos por los tremendos temblores y sacudidas de la tierra, Jace les advirtió que debían salir del planeta inmediatamente a bordo de su nave, el "Ala Mortal". El Sith estaba derrotado, pero al verse herido en su orgullo había decidido destruirlo todo tanto como le fuera posible y había desatado un extraño poder, un conjuro maligno para hacer temblar a Sheir-Vrett hasta límites insospechados.
Jace no creía que Darth Ghul pudiera liberarse jamás de la presa que sobre él tenía el Cristal de Ivrine, pero no deseaba acercarse para comprobarlo. Había tomado una decisión, y ésta era que mientras él siguiera viviendo jamás volvería a aquel planeta... No tenía sentido desenterrar el gran mal que suponía y personificaba aquella criatura enterrada y que, por el bien de la Galaxia, debía ser olvidada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario