"And if this going to be my destiny
I don't want to wait till it comes to me
I will work so hard, my hands will hurt
I will pay my sins if so in hell"
(Y si éste va a ser mi destino
no quiero esperar hasta que me alcance,
trabajaré muy duro, mis manos sufrirán,
pagaré mis pecados si así debe ser en el infierno)
"Serenade", de Dover
Como ya comenté en alguna entrada anterior de éste, mi blog, Daredevil ha sido desde bien temprano uno de mis superhéroes favoritos. Supongo que es por la contradicción de que se trate de una persona ciega, un supuesto minusválido, pero solo supuesto, porque sí, es realmente ciego, pero ésta limitación la suple con supersentidos mucho más desarrollados de lo normal y un sentido tipo "radar" que le hace sumamente consciente de todo lo que le rodea. Vale, no puede "ver" en un sentido estricto, pero a su manera "puede ver" mejor que nadie. Las contradicciones del personaje no acaban aquí puesto que, pese a ser un abogado de día, no tiene reparos en trabajar "al otro lado de la ley" de noche para hacer justicia allí donde su trabajo no llega. Otra contradicción, la más llamativa, es la de ser un personaje positivo y católico vestido de diablo...
Con su agudo sentido del oído es capaz de detectar si una persona miente o no por sus latidos del corazón. Con su agudo sentido del olfato es capaz de oler el perfume de un matón de la mafia rusa cuando acaba de entrar en un edificio donde él está, muchas plantas por encima. Y su sentido "radar" le hace consciente de todo lo que le rodea en 360 grados a la redonda. Puede detectar a malhechores al otro lado de una pared, o esquivar un golpe o un disparo dirigido a él sin ni siquiera poder ver a su agresor...
Por lo demás Daredevil es un hombre del todo normal, no tiene superfuerza, no vuela, no lanza rayos ni tiene ningún tipo de invulnerabilidad a los golpes o las balas. Así que sí, en el caso de que fueras capaz de alcanzarle con un arma de fuego Daredevil moriría, como cualquier hijo de vecino.
Su auténtico nombre es Matthew Murdock (comúnmente llamado por sus conocidos y allegados como "Matt" Murdock) y su historia fue mejorada y detallada por Frank Miller, cuando éste se hizo cargo del personaje allá por los años 80, unos veinte años después de que el personaje hubiera nacido para el mundo del cómic.
El joven Matt Murdock, cuando aún veía, tuvo la suerte o la desgracia de salvar a un ciego (qué paradoja) de ser atropellado por un camión que transportaba material radioactivo y que acabó estrellándose allí mismo, con lo que parte del material radioactivo se derramó en la calle alcanzando la cara y los ojos del joven Murdock. Éste fue el accidente que le dejó ciego pero que también le otorgó sus superpoderes.
Más allá de ésta historia, Frank Miller la adornó y mejoró, dándole matices de género negro y unas dosis de violencia, sordidez criminal y urbana poco vistas en los cómics de superhéroes. Hasta que llegamos a la serie que ha producido Netflix, donde al guión de Frank Miller se le ha sacado punta de tal manera que han logrado crear una historia que va más allá de los simples cómics de superhéroes para convertirse en un drama lleno de personajes complicados que nos muestran lo mejor y lo peor de lo que son capaces y que, por lo tanto, consigue hacer mucho más humana y "realista" el conjunto de la propia historia de Daredevil en sí.
De esta manera, el icónico traje rojo del "Hombre Sin Miedo", que es la muestra de identidad del personaje en los cómics, puede pasar a un segundo, a un tercero e incluso a un cuarto plano en gran parte de las tres temporadas de la serie, y convertirse tan solo en lo que el propio Matt Murdock, interpretado genialmente por Charlie Cox, llega a definir como "un símbolo".
Durante sus primeras incursiones en "la cocina del infierno", ya fuera para recabar información, para proteger a los inocentes o para perseguir a algún confidente, Matt Murdock siempre lleva el primer traje casero que él mismo se hizo (todo negro, para ocultarse mejor en la oscuridad). Entonces los periódicos y la gente empiezan a llamar a éste justiciero enmascarado como "el demonio de la cocina del infierno".
Tras un breve y brutal encuentro con su mayor enemigo, Wilson Fisk (más conocido como Kingpin en los cómics, aunque en la serie no recibirá éste nombre hasta la tercera temporada), interpretado magistralmente por Vincent D'Onofrio, Murdock se da cuenta de que pelea en desventaja contra él, puesto que Fisk viste un cómodo traje extrañamente blindado, muy flexible y que simula ser un traje normal y corriente. Para igualar las tornas Matt decide visitar al sastre de su enemigo, un tal Melvin Potter, que está trabajando para Fisk coaccionado bajo amenazas. Es el mismo Melvin Potter que pudimos ver en los cómics de Frank Miller, quien confecciona el traje de Daredevil, pero, a diferencia de los cómics, éste no sólo se trata de un disfraz, sino también de una armadura. Es entonces cuando Matt Murdock le pide a Melvin Potter que confeccione para él "un símbolo" y ya que es "el demonio de la cocina del infierno" decide disfrazarse como tal.
Éste es tan sólo un pequeño ejemplo de cómo los guionistas de Netflix han conseguido cerrar la historia de Daredevil de una forma mucho más plausible y "realista" que en los cómics, donde Matt Murdock decide vestirse de demonio para vengarse de los mafiosos que mataron a su padre por haberles desobedecido y no dejarse ganar en un combate de boxeo amañado.
Como bien señala Santiago García en su epílogo de "Born Again", los superhéroes no son creíbles, así que ¿cómo iba Netflix a rodar la serie de un superhéroe clásico e intentar hacerla creíble? Sería un sinsentido si no fuera por las innovaciones que Frank Miller trajo al género del cómic de superhéroes. Creo que ése fue el problema fundamental que la película Daredevil de Ben Affleck no supo atajar. El superhéroe hace mucho tiempo que dejó de ser un personaje creíble tal y como lo era en las viñetas del cómic clásico (solo hay que recordar lo desgastado que estaba éste concepto en la década de los 80). La propia idea de un tipo "por ahí" con capacidades especiales disfrazado y "haciendo el bien" es increíble.
Pero eso cambió con Alan Moore y con Frank Miller. El arte gráfico de Moore nos dice que el cómic se merece algo mejor que las historias acartonadas y caducas de los superhéroes, que éstos "han muerto" o "deben morir", al menos por y para el bien del arte del cómic. Sin embargo, los cómics de Daredevil de Miller, con los que crecí, nos demuestran que es al revés, los superhéroes pueden existir, porque realmente son personas, si, es posible que vistan un ridículo disfraz, pero es la persona debajo del disfraz quien crea al superhéroe y no el disfraz por sí mismo.
En Netflix han seguido plenamente ésta premisa para hacer de Daredevil un superhéroe sin disfraz, ya que, durante las tres temporadas, Daredevil viste mucho más a menudo su primer traje casero negro que el icónico traje de demonio rojo. Es más, el aficionado a los cómics se llevará una desilusión como pretenda ver el Daredevil clásico reflejado en la pequeña pantalla, pues no verá más que a Matt Murdock enfrentándose al crimen sin traje de superhéroe y sin nombre de superhéroe, hasta el final de la primera temporada. Lejos de verlo como una traición, el aficionado a los cómics de Daredevil podrá respirar y ver reflejado en la pequeña pantalla el ambiente de los cómics como jamás se ha rodado.
Es una historia que Miller pudo hacer cuando aún se podía innovar en los cómics de superhéroes. Ahora sería impensable leer en los cómics una historia tan violenta, cruda y "realista", a no ser en el cómic independiente, no en el de superhéroes, no, en el cómic de superhéroes ya no... Pero Netflix ha podido permitírselo y no ha desentonado en absoluto.
Problema resuelto. Netflix ha conseguido hacer a un superhéroe creíble. Solo hay que esquivar hábilmente los elementos que no hacen creíble al superhéroe (su traje y sus superpoderes), postergando éstos elementos hasta conseguir que ellos mismos surjan como una evolución natural de la historia, para dar un respiro a los fans de toda la vida, aunque sea un respiro fugaz...
Bueno, muy bien, la serie de Daredevil de Netflix está muy pero que muy bien... ¿te queda algo más que decir sin hacer ningún spoiler, Carlos? Ya lo creo que sí. Los tiempos que vivimos para el arte audiovisual son tan contradictorios como una historia de Daredevil. No me estoy refiriendo al coronavirus y a las restricciones y medidas sanitarias que los gobiernos de casi todos los países han impuesto para evitar la expansión de la Covid-19, no, es algo que lleva ocurriendo desde mucho antes de que la pandemia estallase en el mundo...
Durante mucho tiempo me he negado a pagar Netflix, a ver Netflix, y me baso en principios éticos que han volado por los aires para siempre (y más con el confinamiento obligatorio al que hemos tenido que someternos en España). Considero del todo injusto, abusivo y denigrante tener que pagar una cuota exclusiva para ver contenido audiovisual exclusivo. Sé que éste dinero Netflix lo ha invertido en contenido de gran calidad, pero, al final, no deja de ser el soborno que una mafia te pide por un servicio.
Mucho más insultante es saber que Netflix, aún ganando millones de euros en nuestro país (España) al año, tan sólo paga a la Hacienda pública española en impuestos totales poco más de 3.000 euros por todo el año. No solo es un soborno... es también un robo, un chantaje... y, tristemente, muchas más empresas se han sumado a, como yo las denomino, "las mafias de lo audiovisual"... Amazon, HBO, Disney +... Todas éstas mafias han venido para quedarse y, tristemente, hay que pagarles si quieres ver lo que ofrecen, pero no una entrada de cine o un DVD, no, un soborno en toda regla...
Esperemos que al menos empiecen pronto a pagar los impuestos que realmente les corresponde aportar a la Hacienda pública por lo que realmente ingresan durante todo el año en nuestro país... porque si no, como decimos en mi pueblo: "además de puta seguiremos poniendo la cama"...
El joven Matt Murdock, cuando aún veía, tuvo la suerte o la desgracia de salvar a un ciego (qué paradoja) de ser atropellado por un camión que transportaba material radioactivo y que acabó estrellándose allí mismo, con lo que parte del material radioactivo se derramó en la calle alcanzando la cara y los ojos del joven Murdock. Éste fue el accidente que le dejó ciego pero que también le otorgó sus superpoderes.
Más allá de ésta historia, Frank Miller la adornó y mejoró, dándole matices de género negro y unas dosis de violencia, sordidez criminal y urbana poco vistas en los cómics de superhéroes. Hasta que llegamos a la serie que ha producido Netflix, donde al guión de Frank Miller se le ha sacado punta de tal manera que han logrado crear una historia que va más allá de los simples cómics de superhéroes para convertirse en un drama lleno de personajes complicados que nos muestran lo mejor y lo peor de lo que son capaces y que, por lo tanto, consigue hacer mucho más humana y "realista" el conjunto de la propia historia de Daredevil en sí.
De esta manera, el icónico traje rojo del "Hombre Sin Miedo", que es la muestra de identidad del personaje en los cómics, puede pasar a un segundo, a un tercero e incluso a un cuarto plano en gran parte de las tres temporadas de la serie, y convertirse tan solo en lo que el propio Matt Murdock, interpretado genialmente por Charlie Cox, llega a definir como "un símbolo".
Durante sus primeras incursiones en "la cocina del infierno", ya fuera para recabar información, para proteger a los inocentes o para perseguir a algún confidente, Matt Murdock siempre lleva el primer traje casero que él mismo se hizo (todo negro, para ocultarse mejor en la oscuridad). Entonces los periódicos y la gente empiezan a llamar a éste justiciero enmascarado como "el demonio de la cocina del infierno".
Tras un breve y brutal encuentro con su mayor enemigo, Wilson Fisk (más conocido como Kingpin en los cómics, aunque en la serie no recibirá éste nombre hasta la tercera temporada), interpretado magistralmente por Vincent D'Onofrio, Murdock se da cuenta de que pelea en desventaja contra él, puesto que Fisk viste un cómodo traje extrañamente blindado, muy flexible y que simula ser un traje normal y corriente. Para igualar las tornas Matt decide visitar al sastre de su enemigo, un tal Melvin Potter, que está trabajando para Fisk coaccionado bajo amenazas. Es el mismo Melvin Potter que pudimos ver en los cómics de Frank Miller, quien confecciona el traje de Daredevil, pero, a diferencia de los cómics, éste no sólo se trata de un disfraz, sino también de una armadura. Es entonces cuando Matt Murdock le pide a Melvin Potter que confeccione para él "un símbolo" y ya que es "el demonio de la cocina del infierno" decide disfrazarse como tal.
Como bien señala Santiago García en su epílogo de "Born Again", los superhéroes no son creíbles, así que ¿cómo iba Netflix a rodar la serie de un superhéroe clásico e intentar hacerla creíble? Sería un sinsentido si no fuera por las innovaciones que Frank Miller trajo al género del cómic de superhéroes. Creo que ése fue el problema fundamental que la película Daredevil de Ben Affleck no supo atajar. El superhéroe hace mucho tiempo que dejó de ser un personaje creíble tal y como lo era en las viñetas del cómic clásico (solo hay que recordar lo desgastado que estaba éste concepto en la década de los 80). La propia idea de un tipo "por ahí" con capacidades especiales disfrazado y "haciendo el bien" es increíble.
Pero eso cambió con Alan Moore y con Frank Miller. El arte gráfico de Moore nos dice que el cómic se merece algo mejor que las historias acartonadas y caducas de los superhéroes, que éstos "han muerto" o "deben morir", al menos por y para el bien del arte del cómic. Sin embargo, los cómics de Daredevil de Miller, con los que crecí, nos demuestran que es al revés, los superhéroes pueden existir, porque realmente son personas, si, es posible que vistan un ridículo disfraz, pero es la persona debajo del disfraz quien crea al superhéroe y no el disfraz por sí mismo.
En Netflix han seguido plenamente ésta premisa para hacer de Daredevil un superhéroe sin disfraz, ya que, durante las tres temporadas, Daredevil viste mucho más a menudo su primer traje casero negro que el icónico traje de demonio rojo. Es más, el aficionado a los cómics se llevará una desilusión como pretenda ver el Daredevil clásico reflejado en la pequeña pantalla, pues no verá más que a Matt Murdock enfrentándose al crimen sin traje de superhéroe y sin nombre de superhéroe, hasta el final de la primera temporada. Lejos de verlo como una traición, el aficionado a los cómics de Daredevil podrá respirar y ver reflejado en la pequeña pantalla el ambiente de los cómics como jamás se ha rodado.
Es una historia que Miller pudo hacer cuando aún se podía innovar en los cómics de superhéroes. Ahora sería impensable leer en los cómics una historia tan violenta, cruda y "realista", a no ser en el cómic independiente, no en el de superhéroes, no, en el cómic de superhéroes ya no... Pero Netflix ha podido permitírselo y no ha desentonado en absoluto.
Problema resuelto. Netflix ha conseguido hacer a un superhéroe creíble. Solo hay que esquivar hábilmente los elementos que no hacen creíble al superhéroe (su traje y sus superpoderes), postergando éstos elementos hasta conseguir que ellos mismos surjan como una evolución natural de la historia, para dar un respiro a los fans de toda la vida, aunque sea un respiro fugaz...
Bueno, muy bien, la serie de Daredevil de Netflix está muy pero que muy bien... ¿te queda algo más que decir sin hacer ningún spoiler, Carlos? Ya lo creo que sí. Los tiempos que vivimos para el arte audiovisual son tan contradictorios como una historia de Daredevil. No me estoy refiriendo al coronavirus y a las restricciones y medidas sanitarias que los gobiernos de casi todos los países han impuesto para evitar la expansión de la Covid-19, no, es algo que lleva ocurriendo desde mucho antes de que la pandemia estallase en el mundo...
Durante mucho tiempo me he negado a pagar Netflix, a ver Netflix, y me baso en principios éticos que han volado por los aires para siempre (y más con el confinamiento obligatorio al que hemos tenido que someternos en España). Considero del todo injusto, abusivo y denigrante tener que pagar una cuota exclusiva para ver contenido audiovisual exclusivo. Sé que éste dinero Netflix lo ha invertido en contenido de gran calidad, pero, al final, no deja de ser el soborno que una mafia te pide por un servicio.
Mucho más insultante es saber que Netflix, aún ganando millones de euros en nuestro país (España) al año, tan sólo paga a la Hacienda pública española en impuestos totales poco más de 3.000 euros por todo el año. No solo es un soborno... es también un robo, un chantaje... y, tristemente, muchas más empresas se han sumado a, como yo las denomino, "las mafias de lo audiovisual"... Amazon, HBO, Disney +... Todas éstas mafias han venido para quedarse y, tristemente, hay que pagarles si quieres ver lo que ofrecen, pero no una entrada de cine o un DVD, no, un soborno en toda regla...
Esperemos que al menos empiecen pronto a pagar los impuestos que realmente les corresponde aportar a la Hacienda pública por lo que realmente ingresan durante todo el año en nuestro país... porque si no, como decimos en mi pueblo: "además de puta seguiremos poniendo la cama"...
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