martes, 16 de abril de 2019

UN APRENDIZ DE JEDI



"La tinaja demasiado llena caerá por su propio peso.
Afilar en demasía la espada la desgastará y no durará mucho tiempo.
Si al salón se le llena de jade y piedras preciosas, alguien intentará robarlo.
El rico y orgulloso se pierde a sí mismo y en consecuencia atraerá la desgracia.
El hombre que surca el Sendero del Cielo se retira luego de finalizar su obra."

Lao Tse, "Tao Te King", capítulo 9.


"(...) Al volver a la sencillez se regresa a lo primordial,
al tronco en bruto, y en manos del sabio
el tronco es convertido en utensilios.
Estos utensilios son funcionarios del sabio,
por eso el Sabio no destruye el tronco,
sino que lo convierte en herramientas útiles para el mundo."

Lao Tse, "Tao Te King", capítulo 28.



Darth Ghul
Darth Ghul

Orphedius Zesker
Orphedius Zesker


Sek Laskgak
Sek Laskgak


Ynvil Mevar
Ynvil Mevar


LA RECOMPENSA

Zesker entró en la cantina seguido por Mevar y Laskgak, sus mejores guardaespaldas. Todo el mundo se encontraba tenso y pendiente del extraño tipo que se sentaba en la barra, como si tal cosa, como si fuera un "parroquiano" más que no destacaba por llevar una enorme capa oscura y un extrañísimo casco con forma de "T" lleno de cables. Sard, el barman twi´lek de piel verde señaló al extraño forastero mientras miraba al recién llegado.

- ¡Eh, Zesker! ¡Tienes visita! ¡Éste tipo tan raro ha preguntado por ti y lleva esperando un buen rato sin beber nada, ahuyentándome la clientela de paso! ¡Espero que habléis lo que tengáis que hablar muy rapidito y que os larguéis de aquí cuanto antes!

- Si, si, Sard, no hace falta que grites, estaba esperando a ésta persona para hablar de negocios y si la transacción finalmente tiene éxito te daré una pequeña comisión, no te preocupes. Puede que incluso me anime a invitar a una ronda a todos los presentes para suplir las molestias ¿por qué no? podré permitírmelo. ¿Será usted entonces ése tal Ghul Akdar que tan ansioso está por encontrar a Jace Jukassa y los suyos, no es así? - Preguntó por último al peculiar tipo que le esperaba en la barra.

- Así es. - Fueron las palabras metálicas y reverberantes que surgieron del fondo del casco en forma de "T". - Y supongo que tú eres Orphedius Zesker, mecánico, técnico informático y vendedor de lo que sea... de todo lo que uno pueda llegar a pagar, claro... En mi caso se trata de información.

- Si, si, en efecto, ése soy yo, el mismo que hace un año le vendió a un grupo de personas mucho material minero. No sé lo que iban a buscar pero se debía de tratar de un gran tesoro. Hace ya bastante tiempo (muchos meses) vinieron unos cazarrecompensas buscando a esos tipos. Fue entonces cuando escuché por primera vez ése nombre... Jace Jukassa... Lamentablemente entonces no sabía a dónde se hubiera dirigido él y su banda de mineros aficionados, pero afortunadamente hace poco que he tenido noticias de los cazarrecompensas que los perseguían... Y es ésta información lo que vale la recompensa que usted prometió por la red, así que si quiere que siga hablando tendré que recibir antes el dinero.

El oscuro y peculiar tipo embozado en su estrafalario disfraz sacó de su cinturón un pequeño dispositivo de datos y lo deslizó por la barra hasta dejarlo a la altura del informante, quién rápidamente se hizo con él y lo conectó con celeridad y gran destreza a su módulo de datos.

- Vaya, vaya, vaya, acabo de recibir de repente cincuenta mil créditos, jamás había ganado tanto dinero con tan poco esfuerzo. - Dijo Zesker.

- Aún estoy esperando... ¿Qué fue de los cazarrecompensas que perseguían a Jukassa? Ya he pagado por ésa información. - Dijo Ghul.

- Resulta que el grupo de cazarrecompensas que perseguían a Jukassa desaparecieron en Sheir-Vrett, donde hace relativamente poco tiempo he llegado a saber que la nave que tripulaban se ofertaba para vender. Alguien debió comprarla rápidamente porque la oferta por el "Puño del Gigante" se ha retirado. Me juego el brazo sano a que el grupo de ese tal Jukassa tuvo un combate con los cazarrecompensas y que éstos últimos murieron. Luego Jukassa y los suyos vendieron la nave de los cazarrecompensas para suplir el dinero que habían perdido comprándome el material de minería, así de sencillo. Es allí donde tiene que buscar, en Sheir-Vrett, por cien créditos puedo darle un cómodo dispositivo con los datos de astronavegación pregrabados para ir directamente a ése planeta...

- No, gracias, sé llegar a Sheir-Vrett por mí mismo, además no tenía más dinero que ése que has recibido...

- Pero entonces ¿con qué combustible va a llegar a Sheir-Vrett? Tengo todo lo que su vehículo espacial pueda necesitar, combustible... y armas, porque si ése tal Jukassa y su grupo han acabado con unos aguerridos cazarrecompensas no serán nada fáciles de eliminar. Tengo todo tipo de armas para todo tipo de vehículos... Déjeme que le descuente la mano de obra por instalarle las armas que me compre, es una oferta que nunca hago, como cortesía por lo mucho que ha hecho usted por mí...

- Serás estúpido... - Ghul se levantó y se dirigió a la salida principal de la cantina. - El dinero es algo insignificante, innecesario...

- ¿Perdone? ¿Y si le importa tan poco el dinero cómo es que tenía cincuenta mil créditos para pagarme?

- Usando la Fuerza es muy fácil engañar, manipular, amenazar, torturar y matar. Con ése aliado uno puede ir a donde quiera y hacer lo que uno quiera. ¿Quieres dinero? Ve a visitar a quien lo tiene, tortúralo hasta que te lo dé y luego mátalo si no quieres que haya testigos. La Fuerza lo puede todo.

- ¿La Fuerza? He escuchado antes cuentos e historias increíbles acerca de esa energía mística en la que creían los desaparecidos Jedis ¿No será usted uno de esos monjes guerreros que tanto busca el Imperio? Ofrecen una sustanciosa recompensa por la cabeza de un Jedi... ¿Es usted un Jedi?

Darth Ghul se detuvo justo cuando había llegado a la puerta de salida.

- ¿Se supone que esa última pregunta es una amenaza? Y lo que es más importante ¿me estás confundiendo con un Jedi?

- No lo sé ¿Debo confundirle con un Jedi? ¿Ghul Akdar? - Preguntó Zesker.

- No, no deberías haberme confundido con un Jedi, estúpido, pesado, imprudente y descarado informante, de hecho ha sido una desgracia para ti confundirme con un Jedi... Te lo voy a explicar...

Mientras Ghul se giraba Sek Laskgak e Ynvil Mevar, los guardaespaldas de Zesker, se apresuraron a desenfundar sus pistolas bláster, pero no pudieron evitar que el cuerpo de su protegido se elevara en el aire como por arte de magia mientras se agarraba de forma desesperada la garganta. Ghul extendía su brazo izquierdo hacia el desconcertado y angustiado Zesker cuando el melitto y el devaroniano comenzaron a dispararle. Los fogonazos bláster de sus pistolas acabaron impactando sobre la palma de la mano derecha del Sith, que levantó y abrió con el objetivo de atraer hacia ella los disparos.

De repente uno de los sables de luz de Ghul voló descolgándose de su cinturón y se encendió completamente solo en el aire para acabar clavándose en el pecho de Laskgak, quien cayó al instante al suelo, totalmente inerte. El segundo que Mevar, el devaroniano, usó para mirar a su compañero muerto fue aprovechado por Ghul para expulsar la energía bláster que había absorbido por el mismo sitio que había entrado; la palma de su mano derecha expulsó un rayo irregular de color carmesí (el color de los fogonazos bláster que le habían disparado) que acabó impactando en el cuerpo de Ynvil Mevar, quien a su vez acabó como su compañero guardaespaldas, tirado en el suelo de la cantina, en su caso cargando el aire de olor a carne chamuscada mientras humeaba de forma extensible...

Una vez que toda la cantina quedó en silencio Ghul se acercó caminando lentamente hacia Orphedius Zesker, con el brazo izquierdo aún levantado hacia él.

- Verás, es muy sencillo, si yo fuera un Jedi no te mataría a sangre fría como voy a hacer ahora mismo. Los estúpidos de los Jedi usaban la Fuerza solo para defender a los demás y para defenderse a sí mismos. Los muy estúpidos se negaban a usar todas las posibilidades de la Fuerza, se negaban a liberar todo su potencial. No, por desgracia para ti no soy un Jedi, pero Jace Jukassa sí lo es y lo mataré solo por eso.

Una vez dicho esto Darth Ghul encendió su segundo sable láser y con él partió por la mitad el cuerpo de Zesker. Cuando el cadáver del informante calló en dos partes al suelo Ghul apagó el sable de luz, atrajo con la Fuerza hacia sí el primer sable láser, que se encontraba junto al cuerpo inerte de Laskgak, y salió caminando sin prisas de la cantina.

En el ambiente cargado de humo de la cantina un rodiano, cliente habitual de la misma, se abalanzó sobre el cuerpo partido de Orphedius Zesker para arrebatarle el módulo de datos donde éste había descargado los cincuenta mil créditos. De repente el rodiano recibió un impacto bláster entre los ojos. Sard, el barman twi´lek de color verde, se acercó con una pistola bláster dispuesta a volver a ser disparada. Sard se agachó y recogió el módulo de datos.

- Bueno Zesker, finalmente has pagado tus deudas... ¡Acercaos amigos! ¡Una ronda gratis para todos, invita la casa!


Sanctasanctórum del Tempo de Sheir-Vrett
Sanctasanctórum del Templo de Sheir-Vrett


LA ÚLTIMA LECCIÓN

Le despertaron en plena noche, Barrett y Dhagg habían logrado dar con una sala del templo que no había sido sepultada ni se había derrumbado. Solo por si acaso, habían decidido llamar a gente del equipo que tuviera conexión con la Fuerza y, poco a poco, todos acabaron levantándose para poder ver, por vez primera, una parte del templo que tanto les había costado encontrar.

Allí estaban todos, Pria Jessex, con su sable de luz en cuyo corazón latía el poderoso (y misterioso) cristal de Adegan; Liliam Garcom, cuyo auténtico padre había muerto debido la conexión que tenía con la Fuerza mientras estaba evacuando a la poca gente que pudo de Alderaán, entre ellos a ella misma; Voso Teruna, quien era descendiente de una antigua familia noble y poderosa seguidora del lado oscuro y que gobernaba un sistema que en tiempos inmemoriales había pertenecido a los Sith, pero que, gracias a la inteligencia, al poder, y también al carisma del Maestro Retell, se había pasado a la luz hacía ya más de un milenio; Nilvaas Leernure, el antiguo soldado-esclavo de los Hutt que había sido rescatado, junto a su amigo Shardrash Kalek, por Retell mientras combatía en las trincheras intentando conquistar un planeta desconocido para sus antiguos amos; Jace Jukassa, quien no supo lo que era tener un auténtico padre hasta que conoció a quien, a la postre, acabó siendo su primer maestro de Jedi: Dúnawax Suu Quol.

Todos ellos, junto a Barrett Askellan y Dhagg Nimerian que hasta el momento no habían mostrado tener ninguna conexión con la Fuerza, se encontraban frente al túnel que daba a la sala subterránea. De hecho era muy paradójico que aquellos dos canallas sin poderes de la Fuerza hubieran dado por fin con el Templo sepultado de Sheir-Vrett. Era como si el templo pudiera sentir a los Jedi y los "esquivara", como si se "escondiera" de ellos, por alguna razón. Como si el Templo se "esforzara" por no ser encontrado, por no volver a salir a la luz. Pero eso, por fin, para bien y para mal, estaba a punto de ocurrir.

- Creo que tú deberías ser el primero, Jace. - Dijo Teruna. - El Maestro sabía desde siempre que aquí estaba éste templo, pero sólo te lo dijo a ti.

- Estoy ansioso por entrar, Voso, no lo voy a negar, pero creo que todos nos sentimos así. Hagamos una cosa, iré yo primero (si no tenéis mayor inconveniente) y seguidme los demás.

De esta manera formaron una fila y se ataron todos una cuerda a la cintura que les unía, como precaución ante cualquier caída, desnivel o derrumbe. El orden finalmente escogido fue el siguiente: Jace Jukassa en cabeza seguido por Liliam Garcom; detrás de ésta se encontraba Pria Jessex, y a ella  la seguía Voso Teruna. El último lugar de la fila le había sido otorgado a Nilvaas Leernure.

Al internarse en el estrecho y tosco túnel una sensación extraña empezó a embargar la mente de Jace, éste comenzó a sentirse somnoliento y seguía moviéndose a pesar de que cada vez se sentía menos dueño de su cuerpo... En un momento dado quiso darse la vuelta y advertir a los demás de que algo raro ocurría, de que debían regresar todos por seguridad, pero era demasiado tarde.

Se encontraba flotando delante de su cuerpo, que seguía caminando con resolución, como si nada, y con gesto concentrado. Gritó, o quiso gritar, pero Jace no oyó su propia voz, solo oía los pasos del grupo de Jedis avanzando por el túnel y los ecos de éstos rebotando en las paredes del mismo. Intentó tocar su propio cuerpo, detenerlo, pero no hacía más que atravesarlo como el ente incorpóreo que ahora era. Al darse cuenta de que no podía adherirse a nada material se dio la vuelta y al final del túnel vio una inmensa, clara y cegadora luz que fue haciéndose cada vez más grande, hasta que la luz lo envolvió por completo.

Despertó en el suelo de piedra de una enorme y amplia sala cavernosa. El Maestro Retell estaba a su lado, apoyado en su largo bastón de madera.

- ¿Maestro? ¿Pero cómo..? Yo estaba...

- Tranquilo, Jace, tranquilízate, ya lo sé.

El pequeño devlikk cubierto de plumas blancas le señaló el fondo de la sala, allí se acumulaba una brillante y cristalina luz azulada que iluminaba toda la caverna.

- Estás en el centro de la montaña Ute, en las catacumbas del Templo de Sheir-Vrett, en su Sanctasanctórum. Aquél es el Cristal de Ivrine, la materia prima de donde los Jedis de éste Templo hacían sus sables de luz. Mi primera maestra, la Dama Ivrine, lo descubrió, y desde entonces hemos sido innumerables los Jedis que hemos intentado estudiar sus secretos...

- Tú... ¿Has sabido desde siempre que existía éste lugar? ¿Por qué nunca le has dicho nada a los demás? ¿Por qué me lo has contado sólo a mí?

- Yo... Es complicado, Jace, yo he sido el guardián de éste lugar desde la muerte de mi maestra, pero mi tiempo va a terminar y muy pronto... Él está a punto de llegar... Hay algo que quiero que sepas... Que necesito que sepas: el terremoto que sepultó el Templo... Yo lo provoqué... Entiéndelo, tenía que ocultar el Cristal antes de que fuera demasiado tarde... Tienes que saber que a pesar de mi longeva vida, a pesar de mis muchos conocimientos, yo no lo sé todo, el Cristal de Ivrine sigue siendo un misterio de la Galaxia, un misterio del Universo.

- Con todo esto... ¿Quieres decir entonces que me vas a legar el puesto de guardián del cristal?

- No, Jace, no te estoy legando nada, ni tú, ni nadie que aún viva, estáis preparados para llevar esa carga, sólo te enseño a construir tu propio sable láser, y de paso te revelo uno de mis secretos. Algunos de tus amigos te han ayudado y han venido aquí con la intención añadida de enriquecerse, nadie más puede saber que el Cristal de Ivrine existe ¿me entiendes? Nadie más. Toma, en este saquito he guardado cuatro cristales kyber que había en el Templo, antaño se usaron para compararlos con los cristales ivrinos, pero ya no servirán nunca más a ese fin... y tal vez a ningún otro. Aunque no son de gran calidad calculo que cada uno puede valer hoy en día alrededor de medio millón de créditos, tendréis con esto lo suficiente para reparar la nave que habéis robado, venderla a buen precio y aún sobrará para haceros bastante ricos... Aunque supongo que cuando uno solo desea dinero nunca consigue hacerse lo suficientemente rico... Construirás tu sable de luz con un cristal ivrino, te llevarás estos cristales kyber y mi secreto y jamás volverás a éste planeta, ni tú ni ninguno de tus amigos, y cuanto menos hables de él, mejor. Dentro de muchos muchos años, cuando sientas que tu tiempo está pronto a acabarse, legarás éste secreto a otro, alguien de tu extrema confianza ¿entendido? Es parte de lo que te pediré a cambio, y soy consciente de que es mucho, pero no es lo único... Cuando hayas construido tu sable láser, cuando hayáis reparado la nave aquí y consigáis venderla, vendrá alguien que te está buscando... Un Sith... necesitarás mi ayuda para derrotarlo y lo conseguiremos todos si trabajamos en equipo... Pero será mi final... Lo estoy deseando, Jace... No sé qué es lo que me ocurrirá cuando desparezca de éste mundo pero estoy más que dispuesto y preparado a averiguarlo... Es uno de los misterios del Universo que aún me aguardan... Después de tanto tiempo la muerte es lo único interesante que puede ocurrirme...

- Maestro, yo... Entiendo... Haré todo lo que me pides, y siento que... todo tenga que acabar así...

- No sientas tristeza, Jace, mi sacrificio servirá para librar de un gran perjuicio a la Galaxia, a la Luz... Daré mi vida por defender mis ideales ¿puede haber un final mejor para un Jedi? No, no lo creo... De todas maneras, bueno o malo es el final, mi final, y estoy satisfecho con todo lo que he construido... y con todo lo que he protegido de ser destruido o malversado, como el Ivrine, ven, vamos a verlo de cerca, tienes que tocarlo.

Maestro y aprendiz caminaron por la caverna acercándose cada vez más a aquella radiante luz azulada. Al ir aproximándose, Jace pudo ver una enorme y gruesa columna natural de la cueva y que parecía hecha de un prístino cristal de matiz azulado de donde emanaba toda aquella luz.

- Es un auténtico misterio... - Susurró el devlikk apoyado en su largo bastón de madera cuando se detuvieron al pie de la formación cristalina. - Cuando un Jedi que ha construido un sable láser con éste cristal muere, la columna de Ivrine crece, recuperando exactamente la misma masa que perdió cuando el Jedi en cuestión le arrancó un pedazo. Algunos estudiosos de la Fuerza llegaron a teorizar con que el Cristal estaba vivo, con que era algún tipo de ser vivo que no sabíamos identificar ni clasificar... Nadie fue capaz de corroborar nunca ésta teoría, casi todo lo que sabemos del Ivrine son sólo conjeturas, incluso a día de hoy, después de que han pasado más de dos mil años desde que fue descubierto, sigue siendo un misterio de la Naturaleza, un misterio del Universo... Y llegarás a aprender, Jace, que hay misterios que no deben ser desvelados, que merecen seguir siendo misterios para evitar que desaparezcan para siempre... Acércate más a él, tienes que tocarlo con ambas manos.

Jukassa hizo lo que le habían ordenado, tocó el cristal con ambas manos y de repente el aprendiz de Jedi tuvo una visión, una vívida sensación de certidumbre recorrió su consciencia y fue capaz de vislumbrar un pedazo de su futuro, de un posible futuro. Se observó a sí mismo con apariencia harapienta y desmejorada, pero aún así seguía en muy buena forma... Una multitud de soldados de asalto imperiales trató de detenerlo, de arrestarlo, pero él mató rápidamente a todos y a cada uno de los soldados, destruyó andadores AT-ST, y los soldados imperiales pasaron de tratar de detener al Jedi a intentar luchar por sus vidas... Jace no se detuvo, siguió matando, a pesar de que ya no le perseguían, de que podía haber huido y así evitar más muertes innecesarias, el Jedi en el que se había convertido sentía ira y odio por aquellos soldados, por su apariencia y por lo que representaban... Pensaba en vengar a su primer maestro, a parte de sus amigos muertos... Solo pensaba en matarlos a todos, en destruir al Imperio con aquella vana y fútil acción... De repente, el Jace Jukassa del futuro se quedó sin oponentes a los que matar y se detuvo blandiendo sus sables de luz de color azulado... Y, en ése preciso instante Jace supo que ya no era un Jedi, que un poder oscuro que había residido desde siempre en su interior se había despertado, y que algo que había sido fundamental para él y que lo había hecho ser quien hasta ahora había sido, había muerto para siempre... En el instante que apagó los sables de luz sus ojos cambiaron y adquirieron un inquietante y absoluto color negro... En ése instante el propio Jace se dio cuenta de que había muerto y de que en su lugar había nacido un ser oscuro, maligno, que ya no era, ni volvería a ser nunca él mismo, sino sólo un esclavo de la Oscuridad...

Regresó en sí...

- Sé lo que has visto... - Dijo el Maestro Retell. - ... Y ahora estás inquieto, tienes dudas y en gran parte sientes cierto rechazo hacia ti mismo... Te estás cuestionando tu entrenamiento, MI entrenamiento, tus habilidades, tu misma personalidad... Abandona las dudas, Jace, recuerda ése momento y trabaja todos los días por evitar que esa visión se haga realidad. ¿Crees que no he vislumbrado un futuro en el que no derrotamos al Sith que va a venir a por ti? ¿En el que finalmente todos fracasamos y no sólo muero yo sino que todos mis alumnos con vida son perseguidos, cazados y asesinados finalmente por Él? Créeme, aunque ésa visión que has tenido llegara a hacerse realidad tú serías un problema mucho menor para la Galaxia que la otra posibilidad. El Sith al que debemos derrotar se hace cada vez más fuerte mientras que tu yo oscuro nunca llegaría a tener el potencial destructivo de aquél que va a venir... Lucha contra esa idea, evita que ése futuro se haga realidad y también derrotarás a tu yo oscuro, como llegarás a derrotar al Sith... Cambia tu futuro, Jace, es una de las pruebas a las que has de enfrentarte para ser un Jedi, todos los Jedi la hemos superado con anterioridad... Y tú también lo harás. Ahora abre y mira tu mano, el Cristal te presta su ayuda para superar la prueba.

Jace Jukassa extendió y abrió su mano izquierda, allí tenía un pequeño trozo de cristal de color y brillo azulados.


Visión de Jace Jukassa...
La visión de Jace Jukassa...